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31 dic 2012

♪♫♪ Shalakabula Chachicomula bidibi badibi bú ♪♫♪

Llegó por fin ese tradicional momento del año en el que toca realizar los rituales establecidos que aprendimos de nuestros ancestros. A saber, llevar ropa interior roja, comernos las doce uvas, pedir un deseo, echar un anillo de oro dentro de nuestras copas, sonreír muy fuerte, mirar a los ojos a nuestros familiares y seres queridos, brindar con un champán que seguramente está por encima de nuestras posibilidades y por supuesto desearnos todos un feliz año nuevo. 

“¡Feliz y próspero año nuevo!”

Pronunciamos mecánicamente esas palabras como si se tratase de un conjuro mágico, como si formasen parte de un ritual de brujería, como si por el simple hecho de decirlas bien fuerte y con convicción nos asegurásemos felicidad y prosperidad a raudales durante los siguientes doce meses.

¡Feliz y Próspero Año Nuevo!
¡Abracadabra Patadecabra!
¡Shalakabula Chachicomula bibidi badibi bú!



Pero se nos olvida que hace ya demasiado tiempo que quemaron en las hogueras a la mayor parte de las brujas de todos los Akelarres, que Harry Potter perdió su licencia de mago por conducir su escoba voladora con una tasa de alcohol en sangre superior a la permitida y que los hechizos mágicos del Mago Merlín no son lo que eran desde que decidió sustituir su varita mágica por un negocio mucho más rentable asociándose con un tal Leroy. Hace mucho tiempo que las palabras, los conjuros y los hechizos dejaron de ser efectivos para que se produzca la magia esperada.

Los buenos deseos no son suficientes. Las hadas y los magos han dejado de ser útiles. Las palabras mágicas ya no sirven de nada si no las acompañamos con hechos.

2013 no será un año feliz y próspero por arte de magia. Os aseguro que tendremos que luchar mucho si queremos mantener intactas nuestras sonrisas.

En el mundo globalizado y neoliberal en el que estamos inmersos, la felicidad cotiza en bolsa y el precio de una sonrisa fluctúa al alza de manera directamente proporcional al precio del barril de Brent. Los países ya no son países, sino marcas. Las personas hace tiempo que dejaron de ser personas para convertirse en mercancías. Hemos sustituido los valores por los intereses. La libertad y los derechos más básicos ya no son activos rentables para los que manejan el Tinglado. Los que más dinero están ganando con la situación actual son precisamente los encargados de sacarnos del agujero en el que estamos metidos. La gente ha dejado de creer en la gente.

Me resulta todo muy curioso, la verdad. Es curioso cómo la caprichosa realidad ha decidido no ajustarse a las expectativas de nuestros dirigentes políticos, y estos la han tomado como excusa perfecta para hacer y deshacer a su antojo, sirviendo únicamente a los intereses de Los Von Siempre y desahuciando sin piedad la vida, la ilusión y la esperanza de las personas. Es curioso cómo las reglas de juego han dejado de ser válidas de un día para otro y los eufemismos han pasado a convertirse en el pan nuestro de cada día. Es curioso cómo desde hace ya bastantes años nadie quiere hablar de crisis, sino de una época de severa desaceleración. Curioso que los recortes y tijeretazos a los derechos humanos más básicos hayan pasado a ser ajustes, optimizaciones y reformas, las subidas de impuestos sean cambios en la ponderación fiscal y la recesión sea hoy una tasa de crecimiento negativo. Curioso que los rescates no sean realmente rescates sino préstamos en condiciones extremadamente favorables. Es tremendamente curioso también saber que los jóvenes españoles no están emigrando masivamente en un éxodo profesional sin precedentes sino que sólo están tratando de saciar sus inquietos espíritus aventureros. Curioso cómo nos piden que rememos todos juntos en la misma dirección cuando hace ya demasiado tiempo que nos quitaron hasta los remos. Curioso cómo privatizan los beneficios, socializan las pérdidas, aniquilan nuestros derechos más básicos, esclavizan a las personas, masacran nuestras esperanzas hasta límites insospechados, y mientras tanto nos piden muy educadamente que arrimemos el hombro y asumamos nuestra parte de culpa. Es muy curioso, la verdad.

Pero lo más curioso de todo es que nosotros, la sociedad, seguimos deseándonos Feliz Año Nuevo cada año por estas fechas. Seguimos sonriendo ingenuamente como si todo lo que está ocurriendo no fuera más que un drama pasajero que va a desaparecer cuando alguien le dé un pequeño toque con su varita mágica y pronuncie las palabras adecuadas para poner en marcha el hechizo. Seguimos brindando con champán y seguimos manteniendo una fe ciega en un sistema que nos va matando poco a poco, silenciosamente, como por arte de magia. Seguimos confiando en las directrices que nos marcan aquellos que hemos decidido denominar anónimamente como Los Mercados. Seguimos repitiéndonos a nosotros mismos esa plácida mentira piadosa de pensar que todo mejorará por sí solo, que tarde o temprano todo se equilibrará de alguna manera y el mundo volverá a funcionar bien para casi todos. Seguimos pensando que tan sólo por el mero hecho de pedir un deseo con todas nuestras fuerzas al final de cada año, se acabará cumpliendo. Es curioso, como decíamos antes, observar cómo nos hemos acostumbrado tanto a interpretar el papel de dóciles y obedientes esclavos, que hemos acabado por asumirlo sin rechistar, sin elevar la voz, sin quejarnos ni tan siquiera un poco. Que hayan logrado eso, queridos amigos, es lo más curioso de todo.

Y quizá lo hayan logrado, entre otras cosas, porque las sociedades actuales tenemos una especial predilección por no armar mucho ruido y regocijarnos viviendo inmersos en un optimismo mal entendido. Podemos estar bien jodidos, pero tenemos demasiados miedos que nos impiden actuar con determinación, con criterio, con valentía y de una manera conjunta. Podemos estar totalmente desesperados, pero el marketing social es poderoso y no hay más que poner en la tele un anuncio de Campofrío para que a todos se nos caiga la lagrimita y sigamos aceptando lo que nos echen encima sin rechistar. Ser optimista no es sonreír mientras esperas que llegue tu turno para entrar al matadero. Me niego rotundamente a creer que esa actitud nos va a sacar del agujero. Me niego a aceptar ese optimismo conformista, sin carga crítica, sin fundamento y sin un exigente activismo social detrás, ya que ese tipo de actitudes sólo contribuyen a adoctrinar aún más, si cabe, a una sociedad condescendiente, autómata y esclava. 


Lamentamos tener que decir esto un día como hoy pero 2013 no será un año próspero ni feliz si cada uno de nosotros no trabajamos para que así sea. La felicidad, la libertad y la prosperidad se consiguen luchando por ellas cada uno de los días del año. Las palabras no son más que palabras. Ya no hay pócimas secretas, ni conjuros maravillosos, ni varitas mágicas, ni conejos que aparecen de la nada al agitar una chistera vacía. Somos los únicos responsables de nuestro futuro y debemos exigir a diario que el mundo no aniquile la bondad de las personas. Esa y no otra es nuestra verdadera responsabilidad y ese debería ser nuestro único propósito para los años venideros. Si seguimos confiando en la inacción, en la pasividad y en la cómoda sumisión en la que hemos estado viviendo hasta ahora, os aseguro que las cosas no van a cambiar para mejor.


2013 será un año difícil pero lo será aún más si no despertamos y seguimos actuando (o mejor dicho, no actuando) como hasta ahora.

A estas alturas, prácticamente nadie tiene fe en la clase política, ni en España, ni tan siquiera en el mundo. No perdamos al menos la fe en nosotros mismos, porque tenemos mucho más poder del que pensamos para tratar de cambiar las cosas.

Eso es todo. Hasta aquí ha dado de sí el año 2012. Tan sólo nos queda una cosa más antes de dar por terminado este ciclo de 365 días.

A los amigos que se quedan, a los que se han ido, a los que se irán: A todos vosotros, queridos amigos, este año no os queremos desear simplemente un próspero y feliz año nuevo. Este año queremos animaros a todos a no tirar la toalla, a no conformarse con lo que nos venden, a seguir siempre en la brecha, a tirar siempre hacia adelante cueste lo que cueste, a demostrarles día tras día que somos mejores que ellos en todo, que somos más fuertes y que no nos vamos a dar por vencidos, a seguir vivos por dentro y por fuera, a saber exigirles lo mismo que nos exigen a nosotros, a no dejar de ilusionar ni de ilusionarnos, a no dejar de emocionar ni de emocionarnos, a no tener miedo a nada, a tratar de cambiar lo que no nos guste, a intentar hacer las cosas lo mejor que podamos y a seguir siendo unas personas tan jodidamente maravillosas.

Somos conscientes de que esto no es fácil. Esto cuesta trabajo. No es tan sencillo como decir 'Shalakabula Chachicomula bidibi badibi bú' y esperar a que los magos hagan la magia. Pero creemos que al final, si cada uno de nosotros lo sigue intentando, merecerá la pena.

Que nadie os quite la sonrisa ni las ganas de luchar por lo que creéis. Mientras tanto, seguiremos recorriendo caminos que no sabemos hacia dónde se dirigen.  

Nos vemos en 2013, compañeros.  

3 comentarios :

Libe dijo...

Me encanta.
Según el post se iba acabando, pensaba 'seguro que está lleno de comentarios positivos-activos'...
Y me encuentro esto v-a-c-í-o, oh! Esto no puede ser! :-)

Así que sirva este comentario, como mi felicitación por este post y todos los anteriores.
Entono 'el mea culpa', por esas otras veces he pasado por 'vuestro blog', os he leído y me he ido 'a la chita callando'...

Un blog muy chulo y agradable a la vista. Con muy buen contenido, y con post muy bien estructurados.

Feliz año! (con perdón) ;-)

multido dijo...

Muchísimas gracias por el comentario.

Desde hace tiempo, casi todos los feedbacks se producen en las redes sociales (véase Twitter, Facebook o Google+), pero se echa en falta cierta actividad aquí, en nuestra casa. Por ello, te agradecemos enormemente que nos hayas dejado aquí tus palabras, y sobre todo estamos muy contentos de saber que te han gustado las nuestras.

Un fuerte abrazo. Gracias!

uresandi dijo...

Como siempre me ha gustado y a pesar de todo..... Feliz Año 2013