Corea del Sur es una isla que está unida a un continente. Limita al este con el Mar de Japón, al sur con el estrecho de Corea que lo separa de su vecino nipón, al oeste con el Mar Amarillo y al norte con un muro impenetrable de acero... sin puertas, ni ventanas, ni accesos, ni grietas, ni fisuras, ni imperfecciones. Corea debería funcionar como una península, pero la realidad política existente con su homónimo norteño hacen que se comporte como un territorio insular condenado a no poder despegarse jamás de ese muro ciego que resulta tan infranqueable o más que cualquiera de los océanos y mares de la tierra.
Llevábamos mucho tiempo queriendo descubrir este país pero no imaginábamos que nos iba a sorprender tanto. Llegamos a Seoul con una idea de ciudad en la cabeza muy diferente a la realidad que nos encontramos una vez allí. Es curioso cómo imaginamos los lugares que no conocemos. Involuntariamente, uno no puede evitar dibujar en su mente bocetos borrosos e imperfectos de esa ciudad a la que todavía no tiene el gusto de conocer. Y según uno va recorriéndola, esos apuntes mentales van completándose y corrigiéndose poco a poco. Van tomando forma. Van dibujándose solos.
Llevábamos mucho tiempo queriendo descubrir este país pero no imaginábamos que nos iba a sorprender tanto. Llegamos a Seoul con una idea de ciudad en la cabeza muy diferente a la realidad que nos encontramos una vez allí. Es curioso cómo imaginamos los lugares que no conocemos. Involuntariamente, uno no puede evitar dibujar en su mente bocetos borrosos e imperfectos de esa ciudad a la que todavía no tiene el gusto de conocer. Y según uno va recorriéndola, esos apuntes mentales van completándose y corrigiéndose poco a poco. Van tomando forma. Van dibujándose solos.